Koalas amateurs (Javier Páez)

Javier, Páez

Koalas amateurs / Páez Javier. – 1a ed . – Córdoba : Borde Perdido Editora, 2016.

100 p. ; 21 x 14 cm.

ISBN 978-987-3942-10-5

1. Novela. I. Título.

CDD A863

Fragmento del libro:

Siete de Mayo – 2002

“Gordo papudo”. “Gordo chancho”. “Bola de grasa”. “Modelo de Botero”. “Gordo sapo”. “Ponete corpiños gordo tetudo”. “Gordo puto”. “Ballena”. “Hipopótamo”. “Tenés más rollos que Kodak”. “Gordo infeliz”. “Babosa”. “Pelota de cebo”. “Gordo pajero”. “Vas a morir virgen”. “Vos te tragaste a la ballena”. “Gordo imbécil”. “Bola de inutilidad”. “Globo terráqueo”. “El día que te metan una moneda por el culo te convertís en un chancho alcancía”. Y demás adjetivaciones, conforman el imaginario siniestro que día a día se recicla en la escuela, en las espaldas anchas de Jonás, en sus manos grandes que transcriben todo eso sobre las páginas amarillentas de sus libretas anilladas. Que las tiene de a montones. Organizadas, enumeradas por temporada. Y que cada noche, las relee entre susurros, como si fuera un rezo o un conjuro milenario para espantar demonios.

Veintitrés de Septiembre – 1998

Desde un cielo oscuro, con nubes apretadísimas entre sí, llueve. Debajo, Lucila de rodillas: llora, o hace que llora en el patio de su casa, frente a un pequeño montículo de tierra húmeda. A su lado, dos muñecas Barbies, con vestidos de luto, y un oso amarillo de peluche, conforman el resto de los asistentes al velatorio de su muñeco Ken.

Once de Octubre – 1996

Bruno no quiere saber nada, pero la insistencia de su madre redobla su negativa. Bruno no quiere saber nada con octubre, con la escuela, con tercer grado, con los actos escolares, con la srta. Márquez dirigiendo el acto, con aparecer caracterizado de indio, con su abuela Delma subiendo al escenario a los gritos. Padres, chicos, y maestros se quedan en silencio, perplejos. Le arrebata el micrófono a la srta. Márquez que no opone resistencia. Entre medio de acoples, toma a su nieto del brazo y lo lleva hasta el centro del escenario. A los gritos, le dice que no se fíe de los españoles, que lo van a robar, masacrar. Por último, se acerca hasta el chico que hace de Colón, y le da un ruidoso cachetazo.

Dos de Junio – 2003

Desde una fuente de acero brillante, una parva de tallarines humeantes domina el centro de la mesa. Camuflado detrás del vapor, Jonás, escucha el anuncio de sus padres: se van a separar. Su padre se queda ahí, en Córdoba. Cuestiones de trabajo, se excusa. Su madre se va a la casa que heredó de su abuela, en un pueblo, al sur de la provincia. Federico, su hermano mayor, les tira un chorro de puteadas y se marcha corriendo hacia algún lugar donde nadie lo vea llorar. Cuando los tallarines se enfrían, puede ver a sus padres expectantes, que no le quitan los ojos de encima, esperando a que diga algo. Jonás suspira profundo y no dice nada durante el resto del fin de semana.

Dieciocho de Febrero – 2004

Recostada en su cama, aguarda sin prisa por lo inesperado. Suspira en varias direcciones y escucha a su madre con su novio teniendo sexo en la habitación de al lado. Cambia varias veces de posición en la cama, buscando convencerse de sueño. Al mirar por la ventana, un chico de gorro con orejeras tipo leñador pasa caminando rápido. Después manda un mail, una consulta, a una revista de divulgación científica y publica en una web de ventas online un clasificado en el que ofrece un dragón.

Siete de Febrero – 2012

Insomnio de ocho días. En la guardia del hospital, un médico al que le asoman pelos desde las orejas, le receta clonazepam. Ese mismo día asiste a un grupo de terapia, como de alcohólicos anónimos, aunque en este se reúnen insomnes. En cada charla se toma té de valeriana y se relatan distintas experiencias noctámbulas. Una mujer de camisa amarilla y pollera roja, cuenta que se pasa la noche llamando y preguntando en las comisarías por el paradero de Bobby Fischer. Lucila, una chica de buzo negro, todas las noches, hasta que aparece el sol, analiza las letras de Luis Alberto. Un chico pelirrojo, lleva puesta una máscara de látex, dice mantenerse despierto a fuerza de pastillas. Cada vez que despierta, un grupo nuevo de pecas han ganado territorio en su cara. Bruno, por su parte, no cuenta nada y se retira antes que le llegue su turno.

Cinco de Septiembre – 1999

Con la nariz pegada al vidrio de la ventana de su habitación, Jonás, contempla a la luna y se pregunta si ésta permanece allí, en solitario, por ser tan redonda.

Deja un comentario